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Declaración sobre la COVID-19

Mercados de animales silvestres y granjas de osos para la extracción de bilis

Dra. Jane Goodall, DBE
Fundadora del Instituto Jane Goodall y Mensajera de la paz de la ONU
Emitida el 29 de abril, 2020

Traduccion: Alexia Bosch

El mundo le está haciendo frente a desafíos sin precedentes. Al momento en que escribo, el coronavirus COVID-19 ha infectado a más de 3 millones de personas en el mundo y, al 29 de abril, 218.386 han muerto. Actualmente, las personas en la mayoría de los países alrededor del mundo, se encuentran aisladas en sus hogares (solas o con sus familias), manteniendo un distanciamiento social y reduciendo al mínimo las salidas al exterior. Algunos negocios han cerrado totalmente, otros continúan trabajando desde casa, algunas personas han sido despedidas temporalmente y miles de personas alrededor del mundo se quedaron sin empleo. El costo económico de todo esto ya es catastrófico.

Desde todos los países seguimos las noticias y rezamos para que termine el encierro, alcanzando el pico de la infección y de la tasa de decesos para que luego disminuyan gradualmente. Esto ya ocurrió en China, donde se originó el coronavirus COVID-19,  gracias a las medidas estrictas tomadas por el gobierno chino. Esperamos que se desarrolle una vacuna pronto y que podamos volver a la normalidad poco a poco. Pero nunca debemos olvidar lo que hemos atravesado y debemos seguir los pasos que sean necesarios para prevenir otra pandemia como esta en el futuro.

La tragedia es que una pandemia de este tipo había sido pronosticada hace mucho tiempo por quienes estudian la zoonosis (enfermedades que, como la COVID-19, se propagan de animales a humanos). Casi seguro esta pandemia comenzó en el mercado de mariscos Wuhan en China donde también se venden animales silvestres terrestres como alimento, junto con pollo y pescado.


TRANSMISIÓN DE ENFERMEDADES ZOONÓTICAS EN MERCADOS

Cuando se venden animales silvestres en tales mercados, con frecuencia de manera ilegal, normalmente los mantienen en pequeñas jaulas, amontonados entre sí y en general los matan ahí mismo. Los humanos, tanto los vendedores como los clientes, pueden contaminarse por la materia fecal, la orina, la sangre y otros fluidos corporales de una gran variedad de especies (como civetas, pangolines, murciélagos, perros mapache y serpientes). Esto brinda un ambiente perfecto para que los virus se propaguen de los animales anfitriones a los humanos. Otra enfermedad zoonótica, el SARS, se originó en otro mercado de animales silvestres en Guangdong. La mayoría de los mercados húmedos en Asia son similares a los mercados de agricultores de Europa y de los Estados Unidos. Hay miles de mercados húmedos en Asia y alrededor del mundo donde la producción fresca de vegetales, frutas y, a veces, también de carne de animales nacionales, se vende a precios razonables. Y miles de personas compran en estos mercados en lugar del supermercado.

Que los mercados de animales silvestres brinden las condiciones ideales para que los virus y otros gérmenes crucen la barrera de las especies y se transfieran de los animales anfitriones a nosotros no solo ocurre en China. Existen mercados de este tipo en muchos países de Asia. En los mercados de carne de animales silvestres de África, donde se venden animales vivos y muertos como alimento, la caza, matanza y venta de chimpancés como alimento provocó dos propagaciones del simio al humano que darían como resultado la pandemia del VIH-SIDA. El Ebola es otra enfermedad zoonótica que cruza de los animales en las reservas a los simios y humanos en distintas partes de África.

EL TRÁFICO DE ANIMALES SILVESTRES Y LA PROPAGACIÓN DE ENFERMEDADES

Otra gran preocupación es el tráfico de animales silvestres y de sus partes alrededor del mundo. Lamentablemente, esto se ha convertido en un negocio multimillonario extremadamente lucrativo que, en general, está dirigido por los cárteles. No solo es muy cruel y definitivamente un contribuyente a la aterradora extinción de especies, sino que también propicia las condiciones adecuadas para que surjan enfermedades zoonóticas. La exportación de animales silvestres o de sus partes, con frecuencia ilegalmente, de un país a otro acarreara también los virus.

El impactante comercio de mascotas exóticas como monos y simios, aves, reptiles y otros animales silvestres es otro tema de preocupación. La mordedura o rasguño de un animal silvestre que se lleva a un hogar puede traer problemas mucho más serios que una simple infección.

Una vez que la COVID-19 fue reconocida como una nueva enfermedad zoonótica, las autoridades chinas impusieron una prohibición a la venta y al consumo de animales silvestres, cerraron el mercado de animales silvestres Wuhan y se prohibieron las granjas de animales silvestres como alimento.

Existen miles de pequeños negocios por todo Asia y en otras partes del mundo donde se crían animales silvestres para alimento como un medio de ganarse la vida en zonas rurales. A menos que se encuentre otra fuente de ingreso para estas personas, como para las que viven de la explotación de animales silvestres, y obtengan ayuda de sus gobiernos durante la transición hacia otras maneras de generar dinero, es probable que estos negocios sigan ocurriendo en negro y se vuelvan cada vez más difíciles de controlar.

Aun así, cualesquiera sean los problemas, no hay dudas de la importancia de que la prohibición al comercio, consumo y cría de animales silvestres como alimento debería ser permanente y obligatoria, en aras de la salud de los humanos y para prevenir otras pandemia en el futuro. Afortunadamente, la mayoría de los ciudadanos chinos, y de otros países de Asia, que respondió una encuesta concuerda con que los animales silvestres no deberían ser consumidos ni utilizados en medicina o cazados por su pelaje.

EL VACÍO LEGAL DE LOS PRODUCTOS MEDICINALES Y LA BILIS DE OSOS

El uso de algunos productos provenientes de animales silvestres para la medicina tradicional aun es legal en China (aunque los cuernos del rinoceronte y los huesos del tigre se encuentran prohibidos). Y esto crea un vacío legal que será aprovechado rápidamente por quienes desean continuar el comercio de animales silvestres como de los muy amenazados pangolines, rinocerontes, tigres y el oso negro asiático, conocido también como el oso de la luna debido a la mancha blanca con forma de cuarto creciente que tiene en el pecho.

Otros osos asiáticos, los osos pardos y los osos malayos, también son explotados por su bilis. Y mientras que las granjas de osos para la extracción de bilis sean legales y se continúe promocionando el producto que contiene bilis, se seguirá fomentando la demanda de bilis.

Es importante considerar el bienestar de los animales que son inconscientemente responsables de estas enfermedades zoonóticas. Hoy sabemos que todos los animales mencionados son seres sensibles, capaces de conocer el miedo, la desesperación y el dolor. Además, muchos de ellos demuestran una inteligencia extraordinaria. Permitir el comercio de animales silvestres para usos medicinales puede conducir a tratamientos increíblemente crueles para algunos de estos seres sensibles.

Y sin dudas, este es el caso, por ejemplo, de los osos en granjas de extracción de bilis en Asia. Pueden tenerlos en cautiverio por hasta treinta años en jaulas extremadamente pequeñas, a veces ni siquiera tienen espacio para ponerse de pie o girar. Las jaulas pequeñas bloquean todo tipo de comportamiento natural de estos animales inteligentes y sensibles quienes se ven obligados a soportan una vida de miedo y sufrimiento.

La bilis se extrae, generalmente, una o dos veces por día insertando un catéter, tubo o jeringa en la vesícula biliar, un procedimiento altamente invasivo y doloroso. Los osos sufren deshidratación, inanición y una variedad de infecciones y enfermedades. Desarrollan cáncer de hígado (provocado por la extracción de la bilis), tumores, úlceras, ceguera, peritonitis, artritis y otras dolencias. Se les desgastan los dientes o se les caen por el continuo mordisqueo, producto de la desesperación, de los barrotes que los encierran.

Las granjas de osos no solo son extremadamente crueles, sino que también representan una preocupación por razones de salud pública. Las condiciones de higiene precarias, las heridas permanentemente abiertas de los osos, la contaminación de la bilis con heces, bacterias, sangre y otros fluidos corporales son cuestiones que preocupan seriamente. Por último, a muchos osos se les suministra antibióticos continuamente para mantenerlos vivos y esto contribuye a la resistencia antibiótica y a la aparición de superbacterias, resistentes a la mayoría de los antibióticos conocidos. Lo mismo ocurre con la ganadería intensiva de animales nacionales. Estas superbacterias han provocado la muerte de muchos pacientes en hospitales alrededor del mundo.

Por desgracia, el Tan Re Qing, un producto que contiene bilis extraída de osos negros asiáticos y que se dice que ayuda a aliviar síntomas relacionados con las infecciones respiratorias, se está recomendado como tratamiento para los pacientes infectados con COVID-19. Y esto alentará el funcionamiento continuo de las granjas de osos para la extracción de bilis.

Para cerrar, con un tinte de esperanza, el componente activo de la bilis de oso, el ácido ursodesoxicólico o UDCA (por sus siglas en inglés) ha existido por muchos años como una variante sintética y su costo es tan solo una fracción en comparación con la cruel cosecha de bilis de los osos. Desgraciadamente, muchas personas consideran que la bilis de los osos silvestres es más valiosa. La medicina tradicional china es de gran valor pero, aunque la bilis proveniente de osos silvestres sea considerada una droga valiosa, dada la crueldad y el riesgo involucrados debería dejar de usarse, especialmente cuando el producto sintético cuenta con las mismas propiedades. De hecho, los resultados de una encuesta realizada por Animals Asia en 2011 indicaron que el 87% de los chinos que respondieron estaban a favor de la prohibición de las granjas de osos para la extracción de bilis, y cientos de farmacias chinas se han comprometido a nunca vender productos con bilis de oso.

Sería maravilloso que se puedan cerrar todas las granjas de extracción de bilis a lo largo de Asia y que se libere a los osos en los santuarios que se crearon en China, Vietnam, Malasia y Laos. Allí podrían caminar sobre el pasto, trepar, bañarse en estanques y disfrutar de la luz del sol y de la compañía de otros osos rescatados. Y una caída en la demanda de las escamas del pangolín y los cuernos del rinoceronte en muchos países asiáticos por su supuesto valor medicinal le daría una oportunidad a estos animales altamente amenazados de sobrevivir y tener un futuro. Así como ocurriría si se prohibieran las granjas de animales silvestres capturados por su pelaje.

ENFERMEDADES QUE SE ORIGINAN POR LA GANADERÍA INTENSIVA

Las enfermedades zoonóticas no solo se han originado de los animales silvestres. Las condiciones crueles que conlleva la ganadería intensiva, donde se amontona una gran cantidad de animales nacionales, también han contribuido con la propagación de los virus hacia los humanos. Las enfermedades comúnmente conocidas como la “gripe aviar” y la “gripe porcina” resultaron de la manipulación de aves y cerdos. Y los animales nacionales también son seres sensibles que experimentan miedo y dolor. El MERS se originó en el Medio Oriente por el contacto con camellos dromedarios nacionales, tal vez por consumir productos de camellos infectados como carne poco cocida o leche.

CONCLUSIÓN

Los científicos advierten que si continuamos ignorando las causas de estas enfermedades zoonóticas, podríamos infectarnos con virus que causarían una pandemia incluso más destructiva que la COVID-19. Muchas personas creen que hemos llegado a un punto de inflexión en nuestra relación con el mundo natural. Tenemos que detener la deforestación y la destrucción de los hábitats naturales a nivel global. Necesitamos hacer uso de alternativas orgánicas y beneficiosas para la naturaleza, y desarrollar nuevas, para alimentarnos y cuidar nuestra salud. Necesitamos erradicar la pobreza para que las personas puedan encontrar medios de sustento alternativos distintos a la caza, a la venta de animales silvestres y a la destrucción del medio ambiente. Es necesario asegurarnos de que las personas locales, cuyas vidas dependen y se ven afectadas directamente por la salud del medio ambiente, tomen las decisiones de conservación correctas en sus propias comunidades y las impulsen para mejorar sus vidas. Finalmente, necesitamos conectar nuestros cerebros con nuestros corazones, y utilizar adecuadamente nuestro conocimiento innato, la ciencia y las tecnologías innovadoras para tomar decisiones más inteligentes respecto a las personas, a los animales y al medio ambiente que compartimos.

Mientras que el foco se encuentra, justificadamente, en controlar la COVID-19, no debemos olvidarnos de la crisis con efectos potencialmente catastróficos a largo plazo para el planeta y las generaciones futuras: la crisis climática. Sigue creciendo el movimiento que llama a las industrias y a los gobiernos a imponer restricciones para las emisiones de gases invernadero, para proteger las selvas y limpiar los océanos.

Esta pandemia a forzado a las industrias a cerrar temporalmente en muchas partes del mundo. Y como resultado, muchas personas han experimentando por primera vez el placer de respirar aire limpio y ver las estrellas en el cielo.

Tengo la esperanza de que la comprensión sobre cómo debería estar el mundo, junto con la concientización de que es nuestra falta de respeto para con el mundo natural lo que nos condujo a la pandemia actual, incentiven a las empresas y a los gobiernos a invertir más recursos para desarrollar energía limpia y renovable, aliviando la pobreza y ayudando a la gente a encontrar medios alternativos de ganarse la vida que no involucren la explotación de la naturaleza y de los animales.

Comprendamos que somos parte y que dependemos del mundo natural para obtener alimentos, agua y aire limpio. Reconozcamos que la salud de las personas, de los animales y del medio ambiente están conectadas. Seamos respetuosos con las personas, con los otros animales sensibles y con la Madre Naturaleza. Por el bien de nuestros hijos y de sus hijos, y por la salud de este bello planeta Tierra, nuestro único hogar.

Dra. Jane Goodall, DBE
Fundadora del Instituto Jane Goodall
y Mensajera de la paz de la ONU
29 de abril, 2020.

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