Dia Mundial del Orangután, 19 de agosto
Entre nuestros parientes cercanos, los grandes simios, hay uno que concita atención en los medios y campañas internacionales contra nuestro modo de vida consumista y sus efectos devastadores en las selvas tropicales. Es el orangután. De todos los grandes simios- gorilas, chimpancés, bonobos y humanos- es el único que vive fuera de África en un rincón del continente asiático. Sabemos que hace unos 12.000 años los orangutanes eran millones y habitaban desde Java hasta el sur de China. Hoy día, con suerte quedan unos 60.000.
Se distinguen tres especies hoy solo presentes en Indonesia y Malasia:
El orangután de Borneo (Pongo Pygmaeus) que habita las provincias malayas de Sabah y Sarawak y las provincias indonesias de Kalimantan.
El orangután de Sumatra (Pongo abelii) que se encuentra en el norte de la Isla de Sumatra.
El orangután de Tapanuli (Pongo tapanuliensis), descubierto hace apenas tres años, que también habita en la zona norte de la isla de Sumatra.
De acuerdo con UICN todas las tres especies de orangutanes se encuentran al borde de la extinción y están en el anexo I de la Convención CITES.
Su comportamiento social y personalidad contrastan fuertemente con la de los primos gorilas y los más políticos chimpancés que viven en comunidades, con fuertes liderazgos, y con profusión de interacciones sociales. Por el contrario, los orangutanes impresionan por su aspecto calmo, reflexivo y su modo de vida semi-solitaria. Los machos solo se acercan a las hembras al momento de aparearse y cuando están preñadas se alejan y se mantienen ausentes de la crianza de los pequeños. Las hembras, por el contrario, suelen vivir con sus hijas hasta que ellas se independizan y con las crías tienen un lazo de profunda dependencia que se extiende hasta los 8 años. Esto es así porque las madres transmiten todos los conocimientos que le harán posible su vida adulta. Cómo aprender a distinguir los alimentos, dónde encontrarlos, cómo conducirse ante el peligro.
Fuente: https://www.grida.no/resources/8340
Las hembras tiempo un periodo de gestación de 8 meses y medio y suelen procrear con lapsos de 8 años lo que con un promedio de vida de 40 años en medio silvestre lo que hace que su crecimiento como especie sea lento.
Las selvas tropicales de Indonesia son uno de los “hotspots” de la biodiversidad planetaria. Los orangutanes hacen parte de las maravillas que han poblado esos espacios en una existencia en su mayor parte arborícola. El nombre de los orangutanes en malayo significa “hombre del bosque”.
Los orangutanes duermen en lo alto de las ramas y se alimentan de frutos maduros, hojas, ramas, termitas, miel, hongos y otros insectos. Reconocen su alimento, en particular los frutos, por su color y olor y es tal la destreza que exhiben pues se dice que consumen hasta 400 especies distintas de plantas que son reputados como los más brillantes botanistas del planeta.
Sus características físicas los torna inconfundibles dentro de nuestra familia. Así se distinguen por su largo pelaje rojizo y brillante. Los machos adultos, además de ser más corpulentos, desarrollan una brida o almohadilla de tejido adiposo alrededor de la cara que los hace lucir impresionantes y los vuelve atractivos para las hembras.
Los orangutanes llaman la atención por la envergadura de los brazos que hace que cuando están de pie sus manos prácticamente toquen el suelo. Cuando un macho estira los brazos puede alcanzar los dos metros de un lado al otro, superando con ello su estatura que ronda el 1,50/60. Ello es así porque han evolucionado como simios arborícolas a diferencia de chimpancés y gorilas que además de andar por las ramas también caminan apoyándose sobre la segunda falange de sus dedos.
Al igual que los otros simios, y otros animales, se admite que existen tradiciones aprendidas socialmente que llegan a constituir culturas. Así, en partes de Borneo los orangutanes usan puñados de hojas como servilletas para limpiarse la barbilla, mientras que en algunas partes de Sumatra usan hojas como guantes, ayudándoles a manipular frutas y ramas espinosas, o como cojines de asiento en árboles espinosos.
En 1838 Charles Darwin (1809-1882) visito el zoológico de Londres donde tuvo oportunidad de ver por primera vez un simio, la pequeña Jenny, que ataviada como una niña atraía multitudes. Este encuentro tuvo consecuencias para la ciencia por la profunda impresión que hicieron en las emociones y reacciones de la pequeña. Concluyó que solo el hecho de tener un ancestro común con el hombre podría explicar estas similitudes. De hecho, la ciencia contemporánea ha demostrado que compartimos el 97% de nuestro ADN con los orangutanes con quienes compartimos un ancestro común de quien se produjo una separación unos 15 millones de años atrás.
Tal como sucedió con los otros grandes simios poco y nada se sabía de los orangutanes en estado silvestre hasta los estudios de campo de Birutė Galdikas (1946). Cuando después de interesar en el tema a Louis Leakey (1903-1972) llegó a Borneo en 1971, Galdikas se instaló en una cabaña rustica en un sitio que llamó Camp Leakey, en Tanjung Puting y se dedicó a observar el comportamiento de los orangutanes durante los siguiente 4 años tema sobre el que desarrollo su tesis doctoral para la Universidad de California en Los Ángeles. Galdikas se convirtió así en la máxima autoridad en orangutanes y en una voz firme en su protección y en la de su hábitat. Junto con Dian Fossey (1932-1985) y Jane Goodall (1934) es considerada como uno de los “Angeles de Leakey “.
Las selvas tropicales de Sumatra y Borneo no son más el paraíso de los orangutanes. La tala desmedida para instalar plantaciones de palma para aceite, las quemas intencionales, la minería ilegal, la matanza de orangutanes que con su hábitat destruido deambulan por los poblados en búsqueda de alimento, el tráfico de individuos vivos para el mascotismo o la industria del entretenimiento han hecho que el edén haya mutado en infierno. No solo para los orangutanes sino para el planeta.
En la última década, informes de expertos internacionales, agencias de las Naciones Unidas (ONU), organizaciones de conservación han revelado numerosos casos de tráfico y comercio ilegal organizado de gorilas, chimpancés, bonobos y orangutanes. El crimen ambiental se ubica entre las actividades ilegales más importantes del mundo, y el tráfico de grandes simios vivos es parte de este comercio mundial de miles de millones de dólares.
Tailandia, Malasia, Singapur y Taiwán han sido identificados como principales países de destino para los orangutanes. Vendido a tripulaciones de barcos de pesca o cargueros, los orangutanes son llevados en barco desde el interior a pueblos y ciudades portuarias a lo largo de las costas de Borneo y Sumatra hasta Yakarta o Singapur, donde algunos son transportados por aire su destino final. Allí serán exhibidos en parques de atracciones donde son entrenados sea para fotografiarse junto a turistas o para animar grotescos espectáculos de box. Aquellos que tienen la suerte de ser rescatados son reconducidos a Indonesia a un centro de rehabilitación. En el mercado interno los bebes orangutanes suelen ser víctimas del mascotismo.
Los orangutanes, como el resto de las especies, están siendo literalmente expulsados de su hábitat. Quizá nada ilustre mejor esta tragedia contemporánea que un video donde se observa la desesperación de un orangután ante el poder destructivo de una topadora. Tal vez defiende su árbol favorito, subiéndose y dándole un golpe a la máquina, antes de ser derribado y escapar entre los escombros a su alrededor.