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Volver a la selva

 

El auditorio está repleto de estudiantes que la miran hipnotizados. La veterinaria Rebeca Atencia acaba de mostrar el video que poco tiempo después daría la vuelta al mundo: Liberación de la chimpancé Wounda en Congo. En él se puede ver a la española junto a la primatóloga Jane Goodall, escoltadas por un equipo de cuidadores, transportando a la chimpancé a su hogar: la selva. Wounda, luego de varias enfermedades y una sorprendente recuperación, representó la liberación número 15 para el Centro de Rehabilitación de Chimpancés de Tchimpounga, en Congo. Y para aquellos que vieron el video, el abrazo final entre ella y Jane, fundadora de ese santuario, el más grande de África, quedará para siempre en la memoria. Hoy, cuatro años más tarde, son decenas los primates reintroducidos en las llamadas islas, vastas áreas protegidas ubicadas en el corazón de su hábitat natural.

Wounda con su cuidadora, Cristel.

El éxito del proyecto no hubiera sido posible sin el empeño de Rebeca Atencia, que dirige Tchimpounga y el Instituto Jane Goodall en Congo. De origen gallego, e instalada junto a su marido –Fernando Turmo– y sus mellizos en la selva congolesa, Rebeca se dedica hace 12 años a rescatar, rehabilitar y reintroducir a los grandes simios que han sido víctimas del tráfico o la caza ilegal. Hoy tiene más de 150 chimpancés a cargo, y un equipo de 60 trabajadores que participa de las arduas tareas diarias. Los rescates se dan en diversas regiones y en su mayoría se trata de bebés en estado crítico, la recuperación puede llevar meses o años, y el proceso de reintroducción es complejo y delicado; ella, con paciencia y tenacidad, es capaz de sortear las adversidades.

Tuvimos la fortuna y el honor de poder realizarle una entrevista desde el Instituto Jane Goodall Argentina, que ella con su enorme generosidad nos concedió.

Rebeca Atencia, Fernando Turmo y Jane Goodall

Destino África

Rebeca creció en Ferrol, Galicia, y su empatía con la naturaleza en estado salvaje surgió cuando era una niña. Inspirada por Jaime, un guardaparques de los montes de Serantes, soñó con dedicarse algún día a devolverles la libertad a aquellos animales que no la tuvieran. Así fue que estudió primero veterinaria en Madrid, y que en 2005 viajó a África en busca de un proyecto que incluyera chimpancés.

“No estábamos buscando específicamente que fuese de reintroducción, pero encontramos uno llamado HELP Congo que lo estaba haciendo y nos pareció interesante, realmente un desafío”, nos cuenta sobre los primeros tiempos. “La veterinaria que trabajaba allí, la española Carmen Vidal, iba a dejar el proyecto y estaban buscando un veterinario que pudiese comprometerse por un año. Fue una experiencia irrepetible que marcó nuestras vidas, no solo por todo lo vivido sino por lo que supuso como proyección profesional durante los siguientes años. Nunca hubiésemos llegado a Tchimpounga sin pasar antes por HELP”, afirma. La pareja, que planeaba quedarse un período limitado en aquel continente, lleva más de una década en tierras tropicales. En el camino, sumaron a su experiencia una cantidad de historias fantásticas que parecen salidas de un cuento, y que a Rebeca le encanta compartir con el público cuando dicta alguna charla o conferencia.

 

Camino de esperanza

En 2006, cuando se mudaron al Centro de Rehabilitación de Tchimpounga, “la situación era dramática”, recuerda la veterinaria. “Los chimpancés llegaban de una manera desbordante, hasta ocho en un solo año”. Entonces junto a Fernando, para ese entones ya coordinador del área de Imagen y Comunicación del IJG Congo, decidieron tomar una medida: sensibilizar a la población. Lograr que los habitantes cuidaran sus selvas y dejaran de comer carne de chimpancé pasó a ser primordial. Tras largos años de trabajo los resultados de las actividades educativas y la cartelería en vía pública se hicieron tangibles.

“En los dos últimos años hemos recibido solo uno, llamado Falero”, nos explica. “Quizás hayan influido diversos factores, pero tenemos la certeza de que nuestras campañas educativas a lo largo del país han surtido efecto. Los chimpancés dejaron gradualmente de llegar, disminuyendo su número en la misma proporción en la que nosotros llegábamos a más gente con nuestros mensajes de sensibilización. El desafío es constante, ya que la educación se basa en repetir y no decaer en el empeño. Es una labor ardua e interminable”.

 

 

Hacer frente a las amenazas que sufren los grandes simios sin dejar de estimular el desarrollo sostenible de las comunidades, es una de las claves de Tchimpounga. El equilibrio, tan delicado como el cristal, es posible: “Desde que llegamos al santuario ha habido grandes progresos. El haber conseguido las tres islas en el río Kouilu, cubiertas de bosque, para transferir allí a muchos chimpancés que antes estaban en áridas instalaciones me llena de satisfacción. Cuando les ves salir por primera vez al bosque te alegras mucho por ellos, se les ve felices y excitados, el corazón les debe ir a mil por hora. En un futuro próximo vamos a dar un paso más y un grupo de 50 será reintroducido en la selva abierta. Ese es nuestro objetivo número uno, cuando lo consigamos yo seré la mujer más dichosa de este planeta”, concluye Rebeca.

 

 

[trx_infobox style=”regular” closeable=”no” color=”#fff” bg_color=”#9CC900″ top=”3em” bottom=”3em” left=”1em” right=”1em” css=”font-size: 18px; text-align: left;”]Desde la selva tropical del Congo, Rebeca Atencia reflexiona sobre las similitudes entre chimpancés y humanos: “Cuando miras a los ojos de un chimpancé puedes leer su pensamiento, su estado de ánimo o sus intenciones, como ocurre con las personas. Las similitudes físicas son muchas: sus manos son muy parecidas a las nuestras, incluso tienen huellas dactilares, y la hemoglobina de su sangre es casi idéntica. Aparte están las similitudes en el comportamiento, en su vida en sociedad. Y las emociones que pueden sentir también son casi idénticas a las nuestras. Cualquier sentimiento que pueda experimentar una persona lo pueden sentir ellos. Pueden ser tan buenos y tan malos como nosotros, con la diferencia de que nosotros tenemos más capacidad para llevar estos comportamientos a situaciones extremas y sofisticadas. Cuando me preguntan si los chimpancés son peligrosos yo pienso en las bombas atómicas.”[/trx_infobox]

 

Rebeca Atencia, Fernando Turmo y Jane Goodall.

 

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Estoy a miles de kilómetros de la selva. ¿Cómo puedo ayudar a salvarla?

 

  • Al comprar un mueble, elije siempre maderas certificadas. El comercio internacional de madera tropical ha afectado los ecosistemas de las selvas del mundo, así que es aconsejable preguntar por la procedencia del material.
  • Evita comprar productos hechos con aceite de palma. La tala de los bosques para la producción de palma aceitera afecta directamente el hábitat de los orangutanes. Sustituir su consumo por productos que no lleven ese ingrediente es fundamental.
  • Recicla tus teléfonos celulares. Una parte del coltán, utilizado para fabricar aparatos electrónicos, proviene de la República Democrática del Congo. La explotación ilegal del material conlleva la deforestación y afecta principalmente el hogar de chimpancés y gorilas.

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