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Entrevista a Susana Pataro

¿Cómo conociste la labor del Instituto Jane Goodall en el mundo? ¿Cómo fue que te involucraste con el IJG argentina?

Pertenezco a una generación que tuvo la posibilidad y el privilegio  de acceder a las primeras imágenes que recorrieron el mundo gracias a National Geographic cuando se difundieron los descubrimientos de la  entonces Baronesa Jane Von Lawick Goodall acompañadas de las imágenes capturadas por Hugo van Lawick, su esposo, y uno de los más grandes fotógrafos de vida salvaje.  Después se sucederían en la misma publicación los artículos sobre Dian Fossey con los gorilas de montaña de los Montes Virunga y de Birute Galdickas, con los orangutanes de Borneo. Esta difusión en un público occidental desconocedor de la vida misteriosa de los grandes simios tuvo un profundo impacto emocional,  intelectual y científico que recién hoy alcanzamos a medir.  Me atrevería a hablar de una revolución cultural ya que en la década del 60 y 70 nos llegaban imágenes de chimpancés en experimentos espaciales de la NASA, de la industria del entretenimiento en Hollywood o de algún programa local con chimpancés disfrazados.

Revista National Geographic, Diciembre 1965. Edición dedicada a Susana por Jane Goodall

El contacto directo con el trabajo del Instituto Jane Goodall en el mundo lo tuve accidentalmente en diciembre de 2006 cuando fui a visitar una Casa de tránsito en Goma, capital de Kivu del Norte, en la República Democrática del Congo, donde había varios chimpancés huérfanos decomisados por la autoridad local. Los pequeños estaban aguardando su traslado al Centro de Lwiro y mientras tanto eran cuidados en esa casona rodeada de un jardín arbolado que había sido alquilada gracias al Instituto Jane Goodall para asegurarles alojamiento, comida, juego y afecto. Un grupo de voluntarios se ocupaba de ellos y los mantenían al abrigo de una situación política explosiva que era coronada en esos días con la primera elección democrática en 40 años. Eran las vísperas del año nuevo.

Casa de tránsito en Goma

Varios años después viviendo en África tuve ocasión de conocer el trabajo del Centro de Rehabilitación de Tchimpounga, en Congo Brazzaville, mucho antes que comenzara la re-introducción en las islas del Rio Kouilou cuando el santuario estaba al tope de residentes. Muy impactante ver el estado de las crías que llegaban traumatizadas y enfermas así como los milagros que se operaban gracias a la dedicación y trabajo profesional del personal liderado por Rebeca Atencia.

[trx_table align=”center” width=”80%” top=”30″ bottom=”30″ left=”20″ right=”20″ css=”background-color: #9CC900; font-size: 20px; color: white; padding: 30px 30px 30px 30px; font-weight: bold;”]En África las relaciones de los cuidadores con los chimpancés son únicas. Están basadas en un vínculo afectivo profundo. Ellos saben que cada día llegan al santuario para trabajar con sus amigos y observándolos se dan cuenta de muchas cosas que para alguien de fuera pasarían inadvertidas. Los primates no hablan pero sus rostros lo dicen todo. En el Centro no existen fines de semana ni feriados. Los residentes requieren una atención permanente y el staff un temple a toda prueba.[/trx_table]

 

Centro de Rehabilitación de Tchimpounga, Instituto Jane Goodall en Congo Brazzaville

A comienzos del año 2009 conocí a Jane Goodall personalmente en Francia en una presentación y, me comento que visitaría Argentina por primera vez en octubre de ese año. Así fui conociendo a quienes luego serían Directora y Vice de IJG Argentina, Paula y Laila desde el comienzo y colaborando desde África. Desde hace tres años estoy incorporada al Board de IJG Argentina y de IJG Global. Como que fue un desenlace natural de un tema que estuvo latente en mi vida desde mi juventud.

En base a tus recurrentes visitas a África, ¿consideras que las medidas que se están tomando para la protección de los grandes primates son suficientes?

El área de distribución de los primates coincide con las regiones  de mayor pobreza del mundo, presión demográfica,  falta de acceso a servicios básicos, de educación para la mujer, destrucción de los ecosistemas por actividades no sostenibles, deforestación y, en un número de casos,  inestabilidad política, y desplazamientos humanos. Es decir sufrimiento para humanos y no humanos. Mientras estas condiciones persistan las medidas resultaran insuficientes. Se hace necesario seguir trabajando a nivel local con la participación de las comunidades y a la escucha de sus necesidades y percepciones y también a nivel global sobre las demandas crecientes de un mercado cada vez más globalizado- y despiadado-  que tiene efectos perversos sobre los ecosistemas más frágiles. Los primates son un termómetro de la salud de los ecosistemas y hace rato están sonando las alarmas.

Trabajo del Instituto Jane Goodall con la comunidad en países de Africa.

Es lo que se propone la Agenda de las Naciones Unidas 2030 con cuyo espíritu nuestra Organización está en sintonía.

¿Cuál es el mayor riesgo de los grandes primates en este momento?

Los primates en general viven en ecosistemas tropicales que son los que más sufren los efectos de la deforestación. Con ella viene aparejada la presencia de cazadores en zonas que antes no eran accesibles, las demandas de una emergente clase media africana para la que la carne de primate es considerada una “delicatesen”, la utilización de partes del cuerpo de los primates en prácticas tradicionales y también la propagación de enfermedades por la proximidad genética con los humanos.

La presencia de  un gran número de nacionales chinos en el continente africano ha llevado aparejado un incremento en el tráfico de animales vivos para zoológicos,  circos y como animales de compañía lo que tiene consecuencias devastadoras en las comunidades de primates, en particular chimpancés. Ya se sabe que por una cría que se obtiene mueren al menos nueve adultos. Muchas veces los pequeños no sobreviven a las condiciones de transporte.

Chimpancé bebe rescatado en el Centro Tchimpounga.

Las explotaciones de recursos naturales –oro, diamantes, coltan, petróleo,madera vegetal– en áreas protegidas también ocasionan estragos en los ecosistemas y en la fauna porque la población local es esclavizada y termina allí consumiendo todo lo que encuentra. Es la situación del este de la RDC que alberga el 80% de las reservas mundiales de coltan utilizado en la telefonía móvil de la que somos todos ávidos consumidores.

Un caso extremo provocado por la deforestación para el cultivo de aceite de palma es el que afecta a Indonesia y  Malasia y que está llevando a la extinción de los orangutanes.

Foto: National Geographic. Rescatando orangutanes víctimas de la deforestación por el cultivo de aceite de palma.

A estas amenazas hay que sumar los efectos del cambio climático.  Se sabe que habrá un incremento general de temperaturas, sequías y fenómenos climáticos extremos que se tornaran recurrentes. Algunas especies de primates se podrán adaptar más fácilmente que otras. Ya se comienzan a percibir estos efectos en lugares habitados por grandes primates como Kibale, en Uganda, la selva Tai, en Cote d’Ivoire, y Senegal.

¿Crees que se necesitan más santuarios, como Tchimpounga? ¿O que se debería hacer más trabajo de concientización y educación en la región?

Los santuarios comenzaron a emerger en África hace unos treinta años a fin de poder albergar y rehabilitar los primates decomisados por las autoridades locales. Jane Goodall fundo Tchimpounga en 1992 y el Instituto fue clave para que se crearan otros como Sweetwaters en Kenia, Chimp Eden en Sudáfrica, N’Gamba Island en Uganda. Con el correr del tiempo se convirtieron en instituciones que a pesar de los desafíos que encaran cotidianamente – conflictos políticos, guerras civiles, epidemias, comunicaciones deficientes, falta de recursos – cumplen múltiples funciones que no siempre se conocen y  van más allá de la rehabilitación de los residentes . En efecto, brindan posibilidades de empleo para la población local, fomentan la economía al adquirir sus productos hortícolas,  capacitan profesionalmente al personal y desarrollan una acción educativa que es clave para países donde la educación ambiental no suele estar incorporada a la curricula escolar. Algunos santuarios aportan al bienestar comunitario con la construcción de dispensarios de salud, pequeñas obras de infraestructura y apoyo a las economías locales con proyectos de ecoturismo.

[trx_table align=”center” width=”80%” top=”30″ bottom=”30″ left=”20″ right=”20″ css=”background-color: #9CC900; font-size: 20px; color: white; padding: 30px 30px 30px 30px; font-weight: bold;”]En la actualidad existen en África 22 santuarios de primates bajo la coordinación de la Alianza de Santuarios Panafricanos – PASA-  distribuidos en 13 países, que alojan unos 3.000 residentes de los cuales 1000 chimpancés, aproximadamente. Todos ellos  desarrollan como parte fundamental de su trabajo Programas educativos y de concientización dentro y fuera de sus instalaciones.
Diría que se necesitan más santuarios en países donde no existen y donde los primates están seriamente amenazados como Cote d’Ivoire y Liberia, y reforzar los ya existentes.[/trx_table]

 

Como IJG deseo transmitir un mensaje a nuestros amigos. Los santuarios se sostienen con aportes privados de personas de todo el mundo conscientes del valor de una contribución –por ínfima que parezca– para comprar biberones,  antiparasitarios, vitaminas, hacer una intervención odontológica o adquirir un generador eléctrico. En el fondo es darles a nuestros próximos parientes una segunda oportunidad en la vida. Ellos son los jardineros del planeta al actuar como dispersores de las semillas de los frutos que consumen. Su extinción seria devastadora, no solo por razones culturales, éticas y científicas sino también económicas.

Una de las grandes amenazas para los orangutanes en este momento son las plantaciones para aceite de palma en Malasia e Indonesia ¿consideras que los esfuerzos de concientización internacionales alcanzan para revertir la situación?

Los esfuerzos de concientización son enormes y en ello ayudan las redes sociales y su poder amplificador. También la acción en el terreno que llevan a cabo organizaciones amigas que trabajan en condiciones muy adversas. No olvidemos que más del 80% mundial del aceite de palma se produce en Indonesia y Malasia y que la deforestación de las últimas décadas ha tenido allí consecuencias devastadoras. Los orangutanes pierden su hábitat, son muertos a machetazos, terminan mendigando alimento en los centros poblados, las crías son traficadas, en fin su situación es dramática.

[trx_table align=”center” width=”80%” top=”30″ bottom=”30″ left=”20″ right=”20″ css=”background-color: #9CC900; font-size: 20px; color: white; padding: 30px 30px 30px 30px; font-weight: bold;”]La dificultad del aceite de palma es la cantidad de actores que intervienen en toda la cadena; desde los consumidores finales, grandes compradores, autoridades locales que permiten el acceso a las tierras, los pequeños propietarios. La situación es sombría porque los orangutanes se  reproducen de manera muy lenta y a este paso se calcula que se extinguirán en unas décadas.[/trx_table]

Una intervención más decidida de los gobiernos y de los mercados de manera de proteger las áreas más frágiles y de mayor biodiversidad podría llegar a mitigar esta situación. En todo caso es desear que no se propague este cultivo hacia América del sur y África y continuar educando a nuestra sociedad en hacer un consumo responsable. Nunca dejo de recomendar de ver y difundir el film de Patrick Rouxel  “Green” ( https://www.youtube.com/watch?v=-WNgoqBGw4Y)  uno de los más sensibles sobre la tragedia de los orangutanes que, sin pronunciar una palabra, lo expresa todo. Nada de lo que hacemos en nuestra sociedad de consumo es ajeno a lo que sucede en los bosques tropicales. Alguien dijo alguna vez que cuando una rama se corta en el Congo un viento huracanado sopla en Houston…

¿De que se tratan los programas de África del IJG?

El IJG está presente en África con proyectos de conservación centrada en la comunidad que comienzan en la década del ochenta en Tanzania en torno a la Reserva de Gombe. Son proyectos que tienen componentes de conservación, educación e investigación y en ellos los capítulos u oficinas del Instituto participan, según sus posibilidades, sea en el terreno o a través de fund raising.  Actualmente existen proyectos en Tanzania, Burundi, Senegal, Guinea, la República Democrática del Congo, la República del Congo y Uganda. Un ejemplo que nos complace destacar es el que lleva a cabo la Oficina de España, cuyo Director Federico Bogdanowicz nos visitó el año pasado,  en Senegal y Guinea. Allí se creó la Reserva natural Comunitaria de Dindefelo y la Estación de Investigación Biológica Fouta Jallon dedicada a la investigación relativa al ecosistema y la biodiversidad de África Occidental con particular referencia a los chimpancés –de la subespecie Pan Troglodytes verus– y su hábitat. Universitarios encuentran allí las condiciones adecuadas para desarrollar allí sus trabajos  de tesis como vimos hace pocas semanas en la Conferencia Iberica de Primatologia en Burgos.

 

La estación biológica Fouta Jallon, a 10 minutos a pie de Dindefelo. Fotografía: Dunia Ramiro.

 

Uno de los componentes del IJG es el de los santuarios porque además de los chimpancés salvajes importa el rescate y la rehabilitación de los individuos víctimas de la caza ilegal, el tráfico de animales vivos o la industria del entretenimiento. Esta el Centro de Rehabilitación de Tchimpounga, en República de Congo, y Chimp Eden, bajo la gestión de la Oficina en Sudáfrica. Ambos centros están reconocidos por PASA.

En tu opinión ¿cuál crees que fue el mayor aporte científico de Jane Goodall en su trabajo con los chimpancés?

En su momento lo más impactante fue indudablemente el descubrimiento de que los chimpancés eran capaces de fabricar y utilizar herramientas, lo que se creía era solo propio del género homo y que dio lugar al comentario de su mentor Louis Lickey “entonces debemos redefinir qué es una herramienta,  qué es humano o aceptar que los chimpancés son humanos”. Más allá de esto creo que fue revolucionario su descubrimiento de la compleja vida emocional y social de los chimpancés, algo ignorado hace casi 60 años por la ausencia de investigaciones prolongadas en el terreno. Sus hallazgos volcados en libros y artículos científicos así como en otros de divulgación ante el gran público abrieron la puerta a un cambio profundo en la consideración de nuestro lugar en el planeta haciéndonos comprender que somos una más de las miles de especies que lo pueblan y que en términos temporales somos unos recién llegados.

 

Susana Pataro junto a Jane Goodall

 


La Dra. Jane Goodall y el Instituto no aprueban manipular o interferir con chimpancés silvestres. Los chimpancés que aparecen en las fotografías son animales rescatados que viven en los santuarios del IJG.

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