Jane en Argentina
DIFUNDE EL MENSAJE
Termina el documental, se prenden las luces de la sala de cine Village Recoleta de la ciudad de Buenos Aires y los 150 espectadores se ponen de pie para aplaudir con una energía arrolladora. En una de las butacas está sentada Jane Goodall. La inglesa sonríe con delicadeza, y también aplaude, pero como si no fuera ella misma la protagonista del film que acabamos de ver. Como si no fuera la mujer valiente que revolucionó la antropología y cambió nuestra visión del mundo para siempre.
“Esta película es diferente a las otras, porque en ella se expone también mi vida personal”, dijo sobre Jane apenas tomó el micrófono. De las 100 horas de material inédito rescatado de los archivos de National Geographic, el director estadounidense Brett Morgen sintetizó lo más asombroso de los primeros años de la primatóloga en la selva; su frustración inicial, las reacciones de los chimpancés ante su presencia, su fascinante tranquilidad ante las adversidades, la vida cotidiana en Gombe y el encuentro con su futuro esposo, el fotógrafo de vida salvaje Hugo Van Lawick. También quedaron registrados en esta cinta algunos viajes y tapas de revista, el comienzo de su vida como madre y como conservacionista.
“En esos años yo sentía que estaba viviendo en mi sueño”, confiesa. De la joven arriesgada de la pantalla a la mujer de 83 años que es hoy pasaron cinco décadas de determinación intacta, de espíritu indomable. Cada pequeña decisión que tomó en su vida la dedicó a una causa global: el medio ambiente.
JANE NO SE CANSA
Jane Goodall voló desde Washington y pisó Buenos Aires por sexta vez en su vida el pasado noviembre. La vitalidad de la que goza le permite difundir su mensaje de esperanza sin mostrar la más mínima señal de cansancio. Generosa, sonríe para todas las fotos y responde una a una las preguntas de periodistas y admiradores con el mismo esmero. En cuatro días alcanzó a presenciar el estreno de Jane –que acaba de quedar como semifinalista a Mejor Documental en los premios Oscar-, a dar la conferencia Una mirada hacia el futuro en la Usina del Arte, a reunirse en la Casa Rosada con el presidente argentino Mauricio Macri, a participar del evento solidario del Instituto Jane Goodall Argentina en el Teatro Colón y a compartir con cientos de niños el Desfile Animal contra el tráfico ilegal de fauna, broche de oro de semejante visita.
Pero ella no se cansa. Luce impecable, relajada. En cada entrevista mira a los ojos a su interlocutor y le cuenta por qué es tan importante conservar la naturaleza, ser consciente de lo que comemos, de lo que consumimos, de lo que desechamos. Explica con paciencia de observadora obstinada cómo convencer a nuestros líderes de que sigan el camino de la armonía, cómo hacer para empoderar a los jóvenes y que nuestros hijos hereden un planeta digno de ser habitado. Entre nota y nota algunas veces se aparta del tumulto, toma asiento en algún sitio tranquilo y aprovecha a leer las cartas que los niños le hacen llegar. Y algunas veces, mientras lo hace, parece que sus ojos se llenaran de lágrimas.
UNA MISIÓN CLARA
Jane da la vuelta al mundo con un collar que tiene la forma del continente africano. Es pequeño, sutil. Lo lleva cerca del corazón porque fue allí donde empezó la aventura de su vida. Y aunque cada vez que puede regresa a Gombe, en casi todas las entrevistas repite lo siguiente: “Extraño vivir en la selva, extraño vivir en un solo lugar. Vivo viajando, vivo en hoteles, vivo rodeada de gente”. Pero después esboza una gran sonrisa, convencida de que ese es el camino para difundir su mensaje de paz.
Cálida y calma, dueña de una determinación asombrosa, Jane Goodall tiene el don de hacer emocionar a los auditorios de todas partes del mundo con sus anécdotas. Y la gente suele devolverle en aplausos enérgicos y duraderos un poco de su generosidad. Eso también pasó en la conferencia Una mirada hacia el futuro brindada en la Usina del Arte, luego de que las mil personas del público escucharan expectantes sus historias.
Ese día tuvo tiempo de hablar de los desafíos que implica el cambio climático, del rol de la mujer en la ciencia, de la responsabilidad de los medios de comunicación en la educación ambiental y de la ética humana en el contacto con animales. Habló de la asombrosa similitud ente hombres y chimpancés, del riesgo de perder poblaciones enteras de animales si no actuamos ahora. Pero escucharla es un bálsamo; las soluciones para hacer de este mundo un lugar mejor resultan al alcance de la mano luego de presenciar sus conferencias. Todo parece posible, sólo debemos elegir qué acciones tomar.
Jane Goodall llegó a la selva con un sueño y emergió con una misión. Por eso, cada vez que puede también repite: SPREAD THE MESSAGE (DUFUNDE EL MENSAJE).