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Conozcamos a nuestras aves playeras

por Ana Laura Cao y Ángeles Loredo
con la edición de Estefanía Yanel Fernandez

En esta nota vamos a contarles un poco sobre las aves playeras, pero primero, veamos quiénes son. Son un grupo de aves muy diversas pero que comparten ancestros en común. Todas ellas viven cerca del agua, aunque no necesariamente en la costa, y se alimentan principalmente de moluscos, pequeños crustáceos, gusanos marinos e insectos. En la Argentina se registraron 62 especies que se distribuyen desde los humedales altoandinos en el norte del país hasta las frías costas patagónicas. De ese total, 26 nidifican aquí, 32 son migratorias y 13 cuentan con registros históricos o presencia accidental. Entre las especies que migran podemos diferenciar dos grandes grupos: las migradoras patagónicas y las migradoras neárticas. Las primeras nidifican en el sur del país en primavera-verano y migran hacia el norte en otoño-invierno, mientras que las otras realizan extensas migraciones desde el norte del continente americano donde se reproducen durante el invierno austral, para regresar a nuestro país en primavera y pasar aquí su época no reproductiva.

Las poblaciones mundiales y nacionales de aves playeras están disminuyendo debido a diferentes perturbaciones antrópicas: se sabe que un 50% de las aves playeras estudiadas a escala global están sufriendo una declinación en sus poblaciones, siendo la degradación de su hábitat una de las principales causas. Siete de las especies presentes en Argentina tienen problemas de conservación a nivel global: una está en peligro crítico y las otras seis bajo la categoría de casi amenazada. A nivel nacional tenemos dos especies en peligro crítico, tres en peligro, una amenazada y otra vulnerable. En definitiva, más del 10% de las 48 especies de presencia regular en el país presentan problemas de conservación. 

Ostrero (Haematopus sp.)
ph: Ángeles Loredo

A continuación, detallaremos algunos de los desafíos que enfrentan las aves playeras que usan como hábitat la costa: la amenaza del cambio climático y la problemática del turismo y la urbanización no regulados.

  • Cambio climático: A nivel mundial, las aves playeras son especialmente susceptibles al cambio climático ya que éste ocasiona un aumento del nivel del mar que provoca la pérdida de áreas de nidificación, de áreas de parada durante sus migraciones y de zonas de descanso. Este ascenso del nivel del mar modificaría los espacios de playa que las aves utilizan, dejándoles pocos ambientes de alimentación disponibles. Un estudio realizado sobre la provincia de Buenos Aires determinó que 3 de los 4 humedales costeros más usados por estas aves sufrirían inundaciones en el futuro.
  • Turismo y urbanización no regulados: Cuando hacemos turismo en las playas solemos olvidar que no son solo nuestras, sino que las compartimos con los animales que dependen de ellas como es el caso de las aves playeras. La ocupación de los ambientes costeros con urbanizaciones desplaza a las aves de sus hábitats dejándoles pocos espacios aptos para vivir, afectando su salud y supervivencia.  Además, la urbanización sin planificación ambiental genera contaminación por efluentes, basura, y una sobreexplotación de los recursos hídricos. Las actividades recreativas no reguladas tales como los deportes náuticos alteran los comportamientos de alimentación y descanso de las aves generándoles estrés, ya que tienen que desplazarse constantemente de un lugar a otro. El tránsito vehicular en playa aumenta la compactación de la arena, lo que pone en riesgo la disponibilidad de alimento y afecta de manera directa a las especies residentes que nidifican en la playa. Un área de gran importancia para las aves. Esta problemática se repite en muchas playas de nuestro país, entre las que podemos mencionar como ejemplo a Punta Rasa, un área de gran importancia para las aves playeras en la que se practica el kitesurf sin ningún tipo de regulación y se permite el tránsito vehicular sin control. 

La degradación de los ambientes que las aves playeras utilizan y/o la alteración de sus características puede provocar cambios de comportamiento en las aves y su desplazamiento hacia otros sitios, lo que podría afectar su salud general. El ciclo de vida de las aves playeras depende de los frágiles ambientes que utiliza, tanto en las áreas de nidificación, como en las zonas de estadía no reproductiva y en los sitios de parada durante las migraciones

Ahora les presentamos dos especies dentro del gran grupo de las aves playeras, sus características y las amenazas que enfrentan: el ostrero, residente permanente de las playas argentinas, y el playero rojizo, migrador neártico que reproduce en el ártico canadiense y pasa muchos meses del año en nuestro país. 

Ostreros (Haematopus sp.)
ph: Ángeles Loredo

Ostrero (Haematopus sp.)

Existen 3 subespecies presentes en la Argentina, todas migrantes oportunistas, lo que significa que son residentes, pero pueden realizar desplazamientos cortos en búsqueda de mejores condiciones de alimentación o para anidar. Además, son playeras estrictas, es decir que no pueden reemplazar su hábitat por otro que no sea costa. Esto implica que una gran cantidad de individuos es más vulnerable a la pérdida y degradación de su hábitat, el que cada vez va disminuyendo de forma más alarmante.

Los ostreros se alimentan principalmente de moluscos bivalvos, los que pueden acumular toxinas debido a factores de contaminación humana y también son sensibles a la compactación de la arena. Por esta razón, el tránsito vehicular en la zona intermareal disminuye la cantidad de alimento disponible para las aves. A su vez, el tránsito por playa media y alta que es el área en la que nidifican, destruye nidos, huevos y puede ocasionar la muerte de los pichones cuando aún no pueden volar (los nidos son apenas depresiones en la arena, generalmente ubicados cerca de alguna pequeña mata u obstáculo en medio de la playa). Los perros sueltos, ya sean mascotas o perros asilvestrados constituyen una amenaza constante, obligando a las aves a levantar vuelo cada vez que las corren, en el caso en que puedan volar. Como tantas otras especies costeras, los ostreros se ven afectados también por la contaminación por plásticos y los derrames de petróleo. 

Playeros rojizos (Calidris canutus rufa)
ph: Ángeles Loredo

Playero rojizo (Calidris canutus rufa)

El playero rojizo es una especie migradora neártica que cuenta con 6 subespecies con diferentes rutas migratorias en todo el mundo. Una de ellas es el playero rojizo rufa, que llega a nuestro país desde el hemisferio norte y pasa su período no reproductivo principalmente en la provincia de Tierra del Fuego. En los últimos 20 años rufa sufrió una declinación de más del 50% de su población. Según la lista roja de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) toda la especie se encuentra en la categoría de “casi amenazada” y en Argentina se la considera “en peligro crítico”. 

Estas aves, que nidifican en el Ártico central canadiense para luego migrar hacia el sur del hemisferio en su etapa no reproductiva, realizan una de las migraciones más sorprendentes: ¡cada año vuelan alrededor de 30.000 km de ida y de vuelta! Una migración de este tipo requiere un esfuerzo enorme y estas super aves realizan muchos cambios en su cuerpo para poder enfrentar el desafío. Antes de partir deben duplicar su peso corporal y es por eso que necesitan alimentarse casi sin pausa, ya que algunos tramos de vuelo comprenden un recorrido de 6.000 km sin detenerse, es decir, días enteros sin parar. Los órganos digestivos se expanden para acumular combustible y antes de migrar se compactan al igual que los músculos de las piernas, mientras que aumentan el tamaño de los músculos pectorales que van a necesitar para volar. También preparan antes sus plumas: no solo mudan aquellas necesarias para el vuelo, cambio que realizan una vez al año, sino que reemplazan las plumas grises del invierno para vestir el plumaje rojizo característico de la época reproductiva. A lo largo del viaje, los playeros rojizos tienen sitios estratégicos de reabastecimiento, algunos de ellos paradas clave en los que obtienen el alimento necesario para llegar a destino. Una vez en el Ártico, buscan pareja, arman el nido y ambos padres cuidan de los huevos. Cuando los pichones nacen, las hembras emprenden nuevamente la migración dejando a sus polluelos a cargo de los machos, los que también vuelan poco después para dejar a los jóvenes, quienes enfrentan solos su primera migración hacia el sur. 

La migración de estas aves a lo largo del hemisferio hace que sean sumamente vulnerables. Su alta dependencia de los sitios donde reproduce, más precisamente el Ártico, que es actualmente una de las zonas más amenazadas del planeta; la disminución de los ambientes costeros y su modificación las coloca en serio riesgo. Es por ello que es imprescindible proteger aquellas áreas que ya se saben fundamentales para la especie, proteger las existentes y preservar aquellas que pueden representar un ambiente de uso potencial. 

El ostrero y el playero rojizo son solo dos ejemplos entre las tantas aves playeras que se ven afectadas por nuestro comportamiento. 

Playero rojizo (Calidris canutus rufa) con bandera blanca de Canadá
ph: Ángeles Loredo

¿Qué podemos hacer para ayudar? 

Si vamos a veranear a las playas recordemos compartirlas con el resto de la fauna. Es recomendable que tomemos una serie de medidas para que nuestra presencia no las afecte:

  • No dejemos basura en la tierra ni en el mar.
  • No asustemos a los animales, respetemos sus espacios y mantengamos distancia.
  • Llevemos a nuestros perros con correa.
  • No circulemos con vehículos por la playa.
  • Tratemos de disminuir al máximo toda actividad recreativa que disturbe la zona. 
  • No extraigamos el alimento de las aves, como almejas y otros moluscos. 
  • Seamos consumidores responsables, eligiendo productos que se produzcan de manera sustentable. 
  • Apoyemos la creación de reservas y el manejo sustentable de playas, humedales y pastizales costeros. 
  • Seamos partícipes activos de la lucha contra el cambio climático, siendo responsables en nuestro consumo de energía y de distintos productos. 

De ahora en más recordemos que las playas no son solo nuestras y que tenemos que aprender a respetar a las especies que la habitan. Las playas son un ambiente natural, un ecosistema complejo del que muchos animales y plantas dependen. Respetemos e intentemos que nuestra presencia no los afecte. Seamos ciudadanos responsables de este mundo y vivamos en armonía con las otras especies con las que lo compartimos.

Jane es embajadora de las aves playeras!!

Esta foto fue tomada en una de las visitas de la Dra Jane Goodall a la Argentina.

Las alas forman parte de la campaña #todossomosavesplayeras de la Fundación Inalafquen.

El objetivo de esta campaña es expresar el compromiso en la conservación de las especies y sus hábitats.

foto: Rocío Landívar

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