El flagelo escondido detrás del flagelo de la Fiebre Amarilla
(cuando una especie es amenazada al ser considerada una amenaza)
Cuando existe un mal diagnóstico, es muy probable que el presunto remedio sea inadecuado. Tanto más inadecuado cuando, llevados por el miedo y la ignorancia, intentamos solucionar problemas y morigerar peligros construyendo “chivos expiatorios” a los que condenamos, causando un gran daño colateral y un nulo resultado en lo que, supuestamente, queríamos controlar.
En Argentina habitan cinco especies de primates no humanos y todas se encuentran bajo algún nivel de peligro, con poblaciones locales en declive, según la reciente recategorización del estado de conservación de mamíferos que se realizó a nivel nacional. El mono aullador rojo es el más comprometido, mientras que el carayá, el mirikiná, el caí negro y el caí de las yungas se encuentran en estado vulnerable. Las principales amenazas a las que se enfrentan estos animales son la destrucción de su hábitat debido al cambio en el uso de la tierra, el comercio ilegal y el resurgimiento de la fiebre amarilla, entre otras enfermedades.
El Dr. Martin Kowalewski, investigador del CONICET y Director en Estación Biológica Corrientes, disipa dudas sobre la dinámica y vínculos inter especie que se generan a partir de un evento infeccioso -en este caso la Fiebre Amarilla- Nos explica, además, la necesidad de derrumbar ciertos desconceptos que ponen en riesgo la integridad de ciertas comunidades de monos, para fomentar, en cambio, las respuestas eficaces que deberían articularse:
“Muchas especies de mono son susceptibles a la fiebre amarilla. Cuando son infectados por un mosquito también se enferman y pueden morir, como en el caso del Mono Aullador, en las provincias de Santa Fe, Chaco, Formosa y Misiones.
Lo que debe quedar claro es que los monos no transmiten la enfermedad. En realidad, el dramático rol que cumplen ante la fiebre amarilla y la mortandad que padecen es la de verdaderos “centinelas”, al disparar las alertas en las poblaciones humanas, que al encontrar monos muertos, estos son chequeados mediante un protocolo de recolección de muestras, para corroborar la presencia o no del virus. Existe un número telefónico a nivel Nación para realizar las denuncias por mortandad. Es el 0800 222 0651. En cada provincia también existen mecanismos ágiles para verificar si la muerte de un mono es a causa de la presencia de la fiebre amarilla. La fiebre amarilla es una enfermedad vírica aguda hemorrágica transmitida por mosquitos infectados.
Se la conoce como “amarilla” porque en algunos pacientes produce ictericia, es decir que presentan un color amarillento en la piel y en los ojos.
Los síntomas, generalmente, son: fiebre, cefaleas, dolores musculares, náuseas, vómitos, cansancio y, eventualmente, esa tonalidad amarilla.
Esta enfermedad suele agravarse en un pequeño porcentaje de infectados, ocasionando un desenlace fatal entre el séptimo y décimo día y aproximadamente a la mitad de estos casos agudos.
El responsable es un arbovirus del género Flavivirus, que se encuentra distribuido en zonas de clima tropical de Africa y América y que se transmite por la picadura de ciertos mosquitos, como el Aedes o el Haemogogus.
Su ciclo de transmisión puede ser selvático, rural o urbano. Este último conlleva las complicaciones y peligros propios de las zonas muy pobladas.
La fiebre amarilla es fácil de prevenir porque existe una vacuna de alta efectividad que se da en forma gratuita y, en particular, en las provincias del NOE argentino que están más expuestas a la enfermedad, se incluye en el calendario de vacunación para los niños. Una sola dosis de esta vacuna ya alcanza para tener inmunidad para toda la vida.
Tengamos en cuenta que una epidemia es el resultado de varios factores que actúan de manera simultánea: un vector de transmisión como el mosquito sin control de densidad, la propagación por contagio de personas infectadas, y una baja tasa de vacunación.
Hay otras formas de prevenir la enfermedad: si además de la vacuna uno trata de controlar la densidad de mosquitos que tiene nuestro hábitat, y no sólo por la fiebre amarilla si no por otros mosquitos que pueden producir diferentes enfermedades como el dengue.”
Dr. Martin Kowalewski Director Estación Biológica Corrientes (MACN-CONICET) Investigador CONICET Visiting Scholar- Dept. of Environmental Sciences- Emory University USAVice Chair para el Cono Sur – Primate Specialist Group SSC-IUCNPresidente – Asociación de Primatología ArgentinaPro Tesorero – Sociedad Latinoamericana de Primatología
Fuente consultada: Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos SAREM
Fotos: Ilaria Agostini / Belén Etchegaray / Javier Poblete