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Día Internacional del Primate

El 1 de septiembre es el día internacional de los primates.

Si bien nosotros también somos primates, hoy se lo dedicamos a nuestros hermanos que tanto necesitan de nuestro respeto y cuidado.

¿Qué tenemos en común con los primates? Para empezar, genes, ya que todos los primates provenimos de un mismo ancestro común. Dentro del grupo de los grandes simios encontramos chimpancés, bonobos, orangutanes, gorilas y nosotros muy cerca de todos ellos. Con los chimpancés y bonobos compartimos el 98% del genoma.

No sólo nos unen los genes sino que todos los primates tenemos comportamientos muy parecidos. Todos somos animales sociales, vivimos en grupos familiares generalmente, sufrimos el aislamiento, y nos es fundamental la interacción con el grupo familiar.

Los primates suelen ser animales muy inteligentes ya que pueden aprender diferentes comportamientos o actividades y resolver problemas mentales complejos. Los gibones por ejemplo producen los cantos más complejos de todos los mamíferos terrestres. Además nuevos descubrimientos indican que algunas especies de primates, como los chimpancés y orangutanes, también tienen cultura, comportamientos que se pasan de generación en generación.

Todavía queda mucho por descubrir sobre la complejidad de todos los primates, pero lo que sí se sabe es que poseen una mente muy parecida a la nuestra y que tienen sentimientos tan complejos como nosotros.

Foto: Fernando Turmo, chimpancé Wounda Santuario Tchimpounga


Vamos ahora a centrarnos en los grandes simios. En África, separados evolutivamente hace poco tenemos a los chimpancés y a sus no tan conocidos hermanos los bonobos. Ambos se encuentran clasificados como en peligro según la lista roja de la IUCN. En el mismo continente en oriente y occidente tenemos a las dos especies de gorilas, consideradas en peligro crítico. Por último en Asia, en Indonesia y Malasia, viven las tres especies de orangutanes, también en peligro crítico de extinción. Todos nuestros parientes más cercanos, al borde de la desaparición. Estas son sus principales amenazas compartidas, muchas de las cuáles actúan de manera sinérgica potenciándose:

  • Pérdida de hábitat: la pérdida de hábitat se da por deforestación como consecuencia de la extensión de emprendimientos madereros, cultivos, ganadería y minería.
    En la República Democrática del Congo, afectando principalmente a chimpancés, bonobos y gorilas de montaña, la minería del coltán, mineral usado para los aparatos electrónicos, trae varias amenazas siendo una de ellas la pérdida de hábitat. Mientras que el cultivo de aceite de palma, ingrediente usado en varios de productos cosméticos y alimenticios que usamos diariamente, es una de las grandes amenazas para los orangutanes.
  • Caza ilegal: Los grandes simios son cazados por su carne para ser comercializada en mercados locales.
    Debido a la deforestación y a los caminos que generan las extracciones mineras y de madera, los cazadores logran acceder más fácilmente a las zonas donde habitan y suelen cazar a las madres, que son las más lentas del grupo. También la pérdida de hábitat hace que los individuos se vean sin lugar donde refugiarse o terminen buscando comida en las poblaciones humanas, haciéndolos blancos fáciles. Además esta situación también los enemista con los humanos que los atacan por temor.
  • Tráfico ilegal de las crías: la caza de madres permite apoderarse de las crías huérfanas que entran en el mercado ilegal de vida silvestre.
    Las crías son comercializadas para ser mascotas, para la industria del entretenimiento, para ser utilizados en pruebas de laboratorio y para los zoológicos. Se calcula que por cada cría de chimpancé cautiva en el mercado ilegal, al menos otros 10 chimpancés murieron.
  • Enfermedades humanas: los grandes primates al compartir gran parte de nuestra genética también se ven afectados por virus humanos.
    Por ejemplo, el ébola, que ya ha causado grandes estragos en las poblaciones naturales de chimpancés. Los gorilas se han enfermado de sarna, tuberculosis y hasta una gripe puede ser un peligro, siendo el turismo también una amenaza si los visitantes se acercan a los animales. A veces estas enfermedades puede afectarlos más que a nosotros, siendo entonces una situación impredecible.

Cruzando el océano, nos encontramos con nuestros monos argentinos quienes, como se ha mencionado, no sólo comparten genes y comportamientos con los grandes simios sino también sus amenazas.
En Argentina existen cinco especies de monos: Alouatta caraya (carayá o aullador negro y dorado), Alouatta guariba clamitans (carayá rojo o aullador marrón), Aotus azarai (mirikiná), Sapajus nigritus (caí o capuchino negro) y Sapajus cay (capuchino de Azara). A excepción del carayá rojo que se encuentra en peligro crítico (y es una de las 25 especies de primates más amenazados del mundo), las otras cuatro especies están dentro de la categoría de estado vulnerable dentro del país. Las amenazas son muy similares a las que sufren los grandes simios del mundo:

  • Pérdida de hábitat: la deforestación y pérdida de conectividad (principalmente a mano de emprendimientos ganaderos y agrícolas) afecta a los principales ecosistemas que son hábitat de las especies de monos nativos: Selva amazónica, Chaco seco y húmedo y Yungas. El mirikiná y el carayá habitan en la región del Chaco seco y húmedo, la zona del país con mayor avance de la deforestación. Desde el 2007 al 2016 se ha registrado una pérdida de bosque nativo de 337.447 en la provincia de Formosa y 360.489 ha en Chaco. Este último, se convirtió en el ecosistema con mayor tasa de deforestación mundial en el periodo de 2000 a 2012. Por otro lado, la región de la Selva de las Yungas, el hogar del mono caí, perdió 67.578 ha de bosque de 2007 a 2016 a causa de la expansión de monocultivos y la incidencia en aumento de incendios forestales. A su vez, la Selva misionera también sufrió pérdidas de 46.990 ha de 2007 a 2017 debido a la deforestación, afectando así a las dos especies de monos carayá y al caí negro.
  • Caza y tráfico ilegal: la caza por carne no es una de las amenazas principales para nuestros monos, pero sí lo es el tráfico ilegal de vida silvestre. El mascotismo es una amenaza fuerte para las especies de mono caí negro, el mirikiná, el carayá y el caí de las yungas. Como viven en grupos y defienden en conjunto a sus crías, los cazadores pueden llegar a matar a todo el grupo familiar para capturar a un solo individuo. El mono carayá es el primate argentino que sufre la mayor presión por el mascotismo, esto se evidencia en la alta frecuencia de esta especie en los decomisos realizados por la policía.
  • Enfermedades humanas: los monos aulladores, especialmente el mono aullador rojo o carayá rojo, se ven gravemente afectados por la fiebre amarilla. En estas especies, la muerte es una consecuencia que ocurre muy rápidamente, incluso es utilizada, por los humanos, como alerta sobre el virus. Se estima que quedan solo 50 ejemplares de carayá rojo en el país.

Siempre el ser humano es la gran razón de amenaza de los primates, sea en nuestro territorio o en otra parte del mundo. No queremos que los monos ni los grandes simios compartan el mismo destino hacia la extinción. Está en nosotros hacer algo para ayudarlos.

¡Entrá en acción!

  • No compremos madera que no tenga una certificación de FSC de tala sostenible. Es importante averiguar la procedencia de los objetos de madera que compramos.
  • Seamos consumidores responsables de productos electrónicos, tratemos de alargar la vida útil de esos aparatos y reciclemos siempre que podamos. Minerales como el coltán, que tienen los productos electrónicos que usamos, son parte de la minería que está afectando a los chimpancés, bonobos y gorilas de montaña.
  • Seamos consumidores responsables de productos libres de aceite de palma, cultivo que amenaza, entre otras especies, a los orangutanes. Varios de los productos de higiene personal y de alimentación contienen aceite de palma. Revisemos las etiquetas de lo que consumimos y elijamos opciones que no los contengan. Tener una dieta basada en alimentos naturales y no en alimentos procesados, siempre va a ser más saludable y disminuirá el consumo de aceite de palma.
  • No fomentemos el mascotismo, los monos no son mascotas. Tampoco compartamos, naturalizando el mascotismo, ningún material gráfico, videos, fotos, con grandes simios o monos en cautiverio y/o siendo utilizados como entretenimiento.
  • Compremos productos de producción sostenible. Tengamos una dieta cada vez más basada en plantas, comencemos reduciendo el consumo de carne y productos de origen animal, una manera también de beneficiar nuestra salud.
  • Compartamos la información y participemos de campañas que ayudan a los monos locales y a primates de otros lugares del planeta.

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